En los últimos meses hemos
asistido a un nuevo debate sobre urbanismo y responsabilidad política a raíz de
la modificación del PGOU en el Calero. La modificación, aprobada únicamente por
PNV y PSE[1],
reformula las normas urbanísticas y permite ahora construir 200 viviendas más
de las previstas, en unos terrenos contaminados, atravesados por una vía
férrea, una línea de alta tensión, e inundables en periodos de 100 y 500 años.
No vamos a entrar de nuevo en debates sobre esta zona (de momento), pero creo
que es necesario tirar de hemeroteca y ver cuales han sido los resultados de
actuaciones urbanísticas similares en nuestro municipio.
Si uno se pone a pensar en
terrenos urbanizados que se inundan en Barakaldo, posiblemente el primer punto
que le viene a la cabeza es el entorno de Max Center. En lo que se conoció como
“Caso Max Center” hubo de todo, desde intentos de sobornos hasta persecución a
trabajadores municipales, con querellas cruzadas entre promotores, Ayuntamiento
y responsables políticos. Tanto es así, que una sentencia de la Audiencia Provincial
consideró probado que responsables del PSE y PNV pretendieron cobrar un “canon”
por la construcción del centro. Aquello se dilataría en el tiempo hasta que se
dieron prescripciones de delitos, multas y sobre-construcciones, y acabo por
mezclarse con el caso Mega Park.
Ya en 1993 se hablaba de la
extinta Vega de Ansio en los artículos relacionados con el caso Max Center, “intentar sobornar al Consistorio con una
"aportación económica" si el Ayuntamiento encargaba a la corporación
la gestión inmobiliaria de la
Vega de Ansio. Estos terrenos, de 447.400 metros cuadrados ,
están calificados actualmente como suelo no urbanizable.”[2] Por aquel entonces yo apenas tenía nueve
años, y aprovechaba para escaparme a la vega a intentar coger cangrejos y
volver a casa de barro hasta las orejas. Por entonces ni se me pasaba por la
cabeza que diez años después empezaría a trabajar a media jornada en una de las
multinacionales que se levantarían allí, con el caso Megapark. Por cierto, que
en 1995, con Carlos Pera de Alcalde, se conformaba un gobierno de coalición
PSE-PNV (9 y 7 concejales respectivamente), donde la presidenta del IMD sería
Amaia Del Campo.
También levantada sobre terrenos
inundables, una sentencia del Tribunal Supremo declaró que todo el complejo
comercial se construyó en contra de la
Ley de Costas[3]. Si
no llega a ser por una sentencia anterior de la Audiencia Nacional ,
tendrían que haber derruido prácticamente todo el complejo[4].
Pero, como no puede ser juzgado el mismo hecho dos veces… ¿Cómo se las
ingeniaron para que construir en una vega (def.: llanura aluvial, llanura de
inundación o valle de inundación), no contraviniese teóricamente las normas?
Pues, no se decir si inspirados por Alejandro Magno en Tiro, o por la más
básica (o estúpida) de las lógicas, rellenando la marisma de tierra[5]. Lo
cierto es que se recalificó una vega, se rellenó de tierra, se construyó un
gigantesco complejo comercial… y, oh sorpresa, la justicia determinó que iba contra
la Ley. Eso ,
por no hablar de las decenas de sentencias que han sangrado las arcas
municipales por unas expropiaciones hechas de aquella manera[6]. ¿Adivinan
quienes fueron los partidos que aprobaron la operación en el Pleno?
Y en ese lapso de tiempo, también
podríamos nombrar el caso Sefanitro, de cómo Villar-Mir[7] ha
conseguido que Barakaldo también figure en los tomos de las grandes operaciones
urbanísticas, cuando compró los terrenos por 6 millones de euros (menos de lo
que costaban los materiales que aún había dentro de la fábrica), y los vendió
una década después por 240 milloncejos[8]… Pero
Sefanitro merece artículo a parte.
¿Consecuencias? bueno, ahora
tenemos con cada riada algunas… por no hablar de las consecuencias económicas
que ya han tenido (juicios, costas, sentencias, limpiezas, mobiliario,
expropiaciones…). Recordemos que, por ejemplo, el Consorcio de Aguas va a
construir el mayor tanque de tormentas de Bizkaia bajo nuestros pies, con un
coste aproximado de 58 millones de euros, y un plazo de obras de 5 años, para
recoger las aguas que antes absorbía la vega de Ansio[9]. Por
cierto, obras que estaban previstas iniciar a finales de 2018, pero que por
casualidades de la vida, apuesto a que no comenzarán hasta pasadas las
elecciones.
A estas alturas el lector o la
lectora habrá detectado ciertas similitudes en todo esto. Seguramente, si
preguntamos a cualquier persona sobre cual es la consecuencia de construir en
terrenos inundables nos responderá que, en el mejor de los casos, acabar de
barro hasta las orejas. Como es tradición.
[2] “El acusador acusado”,
Aitor Guenaga, El País (4-10-1993) https://elpais.com/diario/1993/10/04/espana/749689216_850215.html
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