martes, 22 de mayo de 2018

“¡Cerramos los teléfonos!”




La indolente consulta de ideas del PNV ha derivado en un pseudo-concurso de popularidad entre proyectos que, en muchos casos, resultan innegociables para las vecinas y vecinos.

Cuando en 2016 el PNV lanzaba su consulta sobre el presupuesto bajo la etiqueta de “presupuestos participativos” pocos veíamos el riesgo que suponía someter a votación las ideas sin debate ni deliberación previas. De aquel primer ejercicio aún recordamos algunas “curiosidades” del resultado final: proyectos que habían sido excluidos en un primer momento y que después resultaron elegidos, o proyectos tan ambiguos que tampoco se sabía lo que se votaba, fueron algunas de las perlas resultantes de un proceso lleno de lagunas, más destinado a justificar decisiones del PNV que a fomentar la participación de la ciudadanía.

Sin embargo, he de decir que ni tan siquiera yo esperaba el esperpento que se está cursando este año. Como ya indicamos en 2017, estos procesos no pueden llamarse Presupuestos Participativos, porque no cumplen la abrumadora mayoría de características que se les supone. Esto lleva a que el sentimiento general sea de frustración y desencanto, y a desconfiar en todo aquello que llegue desde el Ayuntamiento. Pero este nuevo proceso en el que el PNV ha sumergido a las vecinas y vecinos, no sólo está generando de nuevo desconfianza hacia la institución, sino que está enfrentando a las vecinas y vecinos en torno a las propuestas que salen a votación. Y esto sucede principalmente por dos cuestiones clave: la opacidad del proceso, y la falta total de deliberación.

En primer lugar, este concurso de ideas al que el PNV tiene la osadía de llamar presupuesto participativo, carece de cualquier control de la ciudadanía. Una vez más, a las vecinas y vecinos se les pide que depositen sus ideas o necesidades de cara al presupuesto en una urna y que realicen un acto de fe. Y digo acto de fe, porque la criba de las ideas la realiza un equipo de técnicos dirigidos por cargos políticos del PNV exclusivamente, sin ningún otro grupo político, y por supuesto sin control ciudadano. Depositas tu idea, y varios meses después el Ayuntamiento devuelve un listado de propuestas “válidas” agrupadas en torno al programa electoral del PNV. Esto no es nuevo, ya se hizo en el anterior proceso, sin embargo la cosa empeora cuando el equipo de Amaia Del Campo pretende hacer creer que en esta ocasión realiza un 2 por 1, y justifica así sus decisiones de lo que queda de legislatura.

Y en segundo lugar, y bajo mi punto de vista el más importante, la falta de deliberación pública está consiguiendo que el proceso de este año esté confrontando a vecinas y vecinos, incluso a barrios, porque quien más votos recabe, verá en teoría su proyecto cumplido. Hago un inciso para aclarar que los procesos de participación ciudadana se basan en el debate público, la deliberación y la búsqueda de consensos; se trata de decidir y buscar entre todas las personas participantes las mejores decisiones. Y bueno, vista la revista especial de Info Barakaldo (48.000€ al año dedicados a blanquear la política municipal), está claro que lo que está consiguiendo es enfrentar a la ciudadanía.

Veamos algunos ejemplos. Elijamos un proyecto por bloque. ¿Cubrimos el frontón de Llano, o instalamos un parque multi-deporte en Rontegi? Con esta metodología, en teoría se priorizará al que más votos obtenga. Ese será el único baremo que determinará qué se hace primero o qué se deja de hacer. No habrá un debate público sobre cuál de estas dos acciones es prioritaria para la ciudad, o cuál de estos dos barrios tiene mayores necesidades. El que más votos consiga, será el primero en la lista. Otro ejemplo, ¿mejoramos el alumbrado en Desertu o en Gurutzeta? ¿Ponemos un parque en Zuazo o en SanVi? ¿O cubrimos primero el patio de Bagatza o el de Rontegi? Lo único que determinará quién será el primero en la lista será el número de votos. No habrá un debate ni una reflexión colectiva sobre la situación del alumbrado en determinadas zonas, o sobre el contexto de cada centro escolar. Sólo falta Amaia Del Campo haciendo de Mercedes Milá con la célebre frase “¡cerramos los teléfonos!”, que suponía el fin del plazo para decidir a qué concursante se expulsaba del Gran Hermano.

Si la supuesta participación ciudadana se ha reducido a su mínima expresión, acumular “Me Gustas”, el resultado ya nos lo sabemos: cabreo, frustración y enfrentamiento. Eso sí, salga lo que salga, el PNV estará supuestamente legitimado para priorizar una u otra obra. 




Eder Álvarez Rivera, portavoz de Irabazi Barakaldo


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