El pasado 24 de mayo se
celebraron las elecciones municipales y forales. En las mismas se produjo un
vuelco importante, como fue el que la candidatura más votada fuera la del PNV,
por un estrecho margen, por delante de quienes han dirigido este Ayuntamiento
durante más de 3 décadas.
Han pasado desde entonces
9 meses. Y es que por aquel Pleno organizativo quedaron las caras de
circunstancia de unos y otros, cuando el PSE claudicaba ante los 52 votos del
PNV sin ni tan siquiera consultar sus intenciones al resto de la oposición, a
sabiendas de que sus prácticas durante más de tres décadas de gobiernos habían
escocido a todas y todos, y que conseguir un acuerdo sería prácticamente inviable
(muy parecido a lo que vive el Partido Popular hoy en Madrid).
En aquel Pleno
organizativo se crearon dos direcciones ad-hoc para el PSE y, de esta manera, 7
de sus 8 concejales y concejalas lograban algún tipo de liberación. A cambio,
el PSE prometía pleitesía institucional, y mandar al exilio al hasta entonces
regidor Alfonso García. Así, con Suances fuera por decisión personal (no se
presentó) y García “pre-jubilado” con todos los honores (ahora es director de
empleo en la Diputación) el PNV vendía como un éxito el “acuerdo de
estabilidad” que les habían impuesto a ambas formaciones desde arriba.
Todas y todos se las veían
felices ya que por fin se había alcanzado un pacto que diese estabilidad y
confianza a nuestro municipio, tan necesitado de ambas cualidades. Pero día a
día vemos como dicho pacto no era más que una mera pantomima, algo ficticio, no
real, que había servido a unos para encabezar el Ayuntamiento y asegurarse la
mayoría a la hora de sacar tasas y presupuestos, y a los otros para seguir
pisando moqueta y asegurarse algunas parcelas de poder.
Pero gobernar es más que
alcanzar acuerdos en el reparto de puestos y sillones. Gobernar es hacerlo con
medidas eficaces que permitan a nuestro municipio resolver los problemas de
toda índole que padecemos y en momentos como el actual, en nuestro parecer,
atender eficazmente a las personas que como consecuencia de la crisis económica
se han quedado sin recursos y están en grave riesgo de exclusión social.
Para gobernar atendiendo a
las necesidades de nuestro municipio hay que ponerse manos a la obra y sacar
adelante unos presupuestos que sirvan para empezar a cambiar el rumbo de las
cosas. Y esto, que recordamos que era uno de los puntos del “acuerdo de
estabilidad”, no ha sucedido. Estamos en febrero de 2016 funcionando con unos
presupuestos de 2014.
En cada comisión, en cada
Pleno, las palabras más gruesas son las que se lanzan entre los “socios” de
estabilidad, dejando muy claro que aquel pacto no era viable. Hemos asistido en
las tasas e impuestos a una congelación encubierta, donde el PSE apoyó nuestra
propuesta de tarjeta social del KBus ante la atónita mirada del concejal
delegado de hacienda del PNV. Hemos asistido en la pretendida prórroga a-legal
de recogida de basuras a una negativa del PSE a una práctica que ellos mismos
venían desarrollando, con la sorna de achacarle al PNV “lo que antes era
malísimo, ahora no lo es tanto”. Hemos asistido al anuncio público de una
auditoría externa de todo el Ayuntamiento por parte del PNV, de la cual no se
sabe nada más aparte del ruido generado, que suena a una amenaza a su socio de
estabilidad (PSE) o te portas bien, o acabo “abriendo puertas y ventanas”
(término que oímos por parte de la actual Alcaldesa durante la campaña
electoral y que parece haberse quedado en nada). Estamos asistiendo a la
incapacidad de ambos partidos a ponerse de acuerdo para los presupuestos de
2016.
No tener presupuestos, que
son la concreción de la acción de gobierno, ha significado que, por ejemplo,
las Ayudas de Emergencia Social empiecen con la cuantía de 2014. Recordemos que
ya en 2015 todas aquellas familias que tuvieron cita a partir de finales de
marzo vieron como lo que se les debería conceder fue reducido en un 50%. Si
antes no podíamos atender las necesidades reales de los barakaldeses y
barakaldesas, ya que rápidamente dicha partida se agotaba, imagínense lo que
está ocurriendo en la actualidad, con una disminución brutal de dicha partida
(ojo, que no nos vendan que no existe reducción, porque el problema radica en
que hay un 44% más de solicitudes con el mismo presupuesto).
No tener presupuestos
significa no poder tener una adecuada política de inversiones en nuestro
municipio. Inversiones, que nos permitirían mejorar sensiblemente la calidad de
vida de nuestros habitantes, además de ser la fuente de creación de empleo para
nuestros desempleados y desempleadas, algo imprescindible en este momento.
Cierto es que la política de empleo apenas puede ser abordada desde lo
municipal, pero también es cierto que los planes que se han impulsado poco o
nada tienen de estratégico y continúan siendo parches a la espera de que amaine
el temporal (los propios informes del Ayuntamiento indican que las
contrataciones del último plan no han cumplido sus propias cláusulas, lo cual
resulta sangrante), mientras el PNV continúa con el camino de privatización
intensiva iniciado por el PSE, y se niegan a re-municipalizar los servicios
agarrándose a la ley de racionalización del PP (resulta curioso ver como PNV,
PSE y PP han votado en conjunto contra nuestra moción anti-TTIP, y defienden
las privatizaciones).
No tener presupuestos va a
significar no atender eficazmente espacios tan importantes en nuestro pueblo
como la mejora y potenciación de nuestro tejido asociativo, de nuestra cultura,
etc. Vemos como el PNV funciona a base de publicidad y a trompicones, acción
reacción, dejando a las claras que a día de hoy se ha dedicado más a poner una
sonrisa y a convertir la gestión municipal en buenas intenciones, que en
abordar las cuestiones verdaderamente importantes y de calado. Si no fuese por
la presión vecinal y la labor lobista que ejerce el tejido asociativo,
seguiríamos sin mesa de puntos negros, o de malnutrición, o de desahucios…
Dicho sea de paso, mesas que el PNV se niega a dotar de oficialidad, convocando
a quien quiere y cuando quiere, para desesperación de la oposición y de las
entidades del pueblo.
Desde Irabazi Barakaldo
queremos denunciar públicamente esta situación. Exigimos seriedad y
responsabilidad al actual equipo de gobierno municipal y que nos presente un
borrador de Presupuestos Municipales para discutirlo ampliamente, en un proceso
de participación ciudadana abierto a todas las demandas y sugerencias que
nuestras vecinas y vecinos nos puedan aportar. Está claro que esto ya no será
posible, puesto que un proceso serio de presupuestos participativos necesita de
al menos 6 meses, más si cabe siendo los primeros de esta índole que se
desarrollarían, pero, al menos, que inicie el proceso formalmente para 2017.
Y para todo esto, el
primer paso fundamental es presentar unos presupuestos que nos permitan ir
construyendo el Barakaldo del futuro. Un municipio sin exclusión social, con
propuestas de creación de empleo, con servicios de calidad y con estabilidad. Y
es que, hasta ahora, lo único estable que ha generado el PNV han sido los dos
cargos en direcciones del PSE.